23 abr 2011

El Desafío

Tengo un amigo soltero, está medio deprimido porque no tiene novia y busca una… lo estás vendiendo mal. Yo no le tengo que vender, ya se venderá él. Es guapo, con ojos claros, rubio… pero es bajito.
Puf, mal empezamos. Me gustan los tíos altos.

Y pienso por qué?

Pero si yo soy pequeña, bueno, digamos manejable.

Altos y grandes, que en esos momentos de película, mientras miras a través de la ventana, te abracen por detrás y desaparezcas en su cuerpo.

El motivo, probablemente no es esa fusión. Es mi soberbia, mi prepotencia, mi inclemencia. Desde arriba te miran y me siento pequeña, desprotegida, atraída, confundida… pero tampoco dura para siempre.

Ya que la cuestión de alturas no es sólo física. Y voy encontrando el resquicio por el que escapar de este síndrome de Estocolmo autoimpuesto…

Y cuando mis ojos se topan con sus ojos, se acabó el desafío.

No hay comentarios:

Publicar un comentario