13 dic 2010

De camino al cielo

Mi edificio color verde, fea esperanza, tiene 2 puertas de entrada, como siempre puedes elegir: izquierda o derecha. También cuenta con 9 plantas.

Yo vivo en el primer tercio, en el lado del corazón .

Cuando caminaba hacia la puerta he visto una señora muy mayor, muy arrugada, con mucho tiempo vivido.
La miraba mientras sujetaba la puerta y esperaba que llegase lentamente, como si yo fuese San Pedro y ella no tuviese prisa por acercarse.
"Muchas gracias joven" me ha dicho.
He llamado al ascensor, la veía temblar mientras esperábamos, sujetando fuerte con una mano que más que sostener el monedero, hacía sonar las monedas en su interior.
Hemos entrado:
"A qué piso va"?
"Al Octavo" - respondió.
"Yo me quedo en el tercero"
"Yo voy ya camino del cielo"... - Me ha chocado, por un momento me he quedado en blanco, ¿Qué te hace abandonar el miedo a llegar al último piso?
"Bueno, afortunadamente, aún se queda un paso antes" - He añadido, mirada de resignación y llegamos, salgo del ascensor - "Pase buena noche"
"Adiós".

Algunas veces subo al último piso, al cielo como ella lo ha llamado.
Los techos son más altos que en el resto del edificio y cuando estoy allí parece que se respira mejor.
Además, me encanta porque de día se ve la sierra al fondo y cuando está nevada y hace frío es una sensación que me agrada, como diría María Luisa Gabriela de Saboya: "mirarlas me recuerda a Chambery".
Si me asomo un poco más, casi con medio cuerpo fuera de las galerías, veo las 4 torres iluminadas al fondo de la Dehesa de la villa. Las vistas desde el barrio, me gustan de verdad.

Pero pasado un rato tomo de nuevo las escaleras y bajo hasta mi tercera planta, un tercio del edificio, un tercio de la vida, mucho camino por recorrer y mucho miedo de envejecer.




Sin embargo, tengo ganas de recorrerlo 
y de saber qué me aguarda en la cuarta, 
en la quinta, en la sexta... 
y en las sucesivas plantas.

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