18 nov 2012

Vida de Princesa


He aquí la escena: Sonido de un radiador que gira calentando una habitación de paredes con papel rasgado, un espejo digno de Blancanieves y el cuadro que un exnovio la regaló. La estantería llena de libros y un sombrero, la cómoda soporta velas, incienso y un ordenador de donde sale la melodía de arriba sin cesar. La cama, está ella dentro, con su libro en la mano. Envuelta en humo... Es una escena común, una escena que siempre me ha gustado, una escena que incluso en mi soledad me daba coraje interpretar por ser excesivamente snob. Pues bien, estoy superando mis rarezas, esas que me impiden ponerme una cerveza fresca frente al televisor. Darle 3 caladas a un cigarro marinado. Placeres socialmente mal vistos, aunque estés en tu soledad.




 He aquí la realidad: Llegar de tener una buena cena de carne y vino, de postre crepe con chocolate. Le sigue una piña colada en el Elhecho. Paseo nocturno por un Madrid iluminado de sábado noche. Llegada a Tirso de Molina, pequeño intervalo para dejarse llevar. Embriague italiano... te vuelves a vestir. Te ha invitado a quedarte, pero mientras te subes la cremallera de las botas sólo puedes pensar en lo que te apetece discutir con lo abstracto por whatssap, coger su libro robado, envolverte en humo y escuchar a Parov Stelar

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